cuento: LA MONTAÑA RUSA
Cuando el honorable diputado propuso la construcción de una montaña rusa sobre el Canal de Chacao, los bufones del Palacio celebraron como tricahues el solemne chiste.
Sin embargo, la broma repetida en el tiempo prendió fuego; se convirtió en puente y arrasó con toda la demagogia… y hoy se cumple medio siglo de construcción.
Y fue broma de un chilote.
La leyenda se ha extendido en el tiempo, es decir, el pasado se acerca inexorablemente y la doble avenida de la enorme construcción se confunde con nuestro entusiasmo hasta la amnesia.
Así se ha olvidado perfectamente que la Isla es un tablero de ajedrez para los políticos; cuyas piezas jugadas, la prensa celebra siempre y cuando el movimiento corresponda al dueño del papel y la tinta con que se imprimen relatos tan burdos como El desarrollo Sustentable.
Por eso, no debería asombrarnos que el nombre del honorable diputado carezca de referencias.
Concebido como un proyecto decadente, hoy se puede apreciar como un signo de modernidad y una fortaleza de acero que sólo es posible apreciar desde el exterior…
Y todo esto porque el diputado –cuando la broma se convirtió en puente y luego en verdad histórica- seguramente estaba agotado (en aquella época) de viajar en lanchas cuyo único motor era el viento que en el pasado había impedido la Conquista del Archipiélago; tal vez por eso, y apoyado por su insuperable sentido del humor, esperaba verlo construido con esa agilidad democrática de los congresistas cuando ven en peligro sus intereses de clase.
El honorable diputado harto de presenciar las tormentas de la historia local, siempre lejana y endiosada por mitos y leyendas que se sobreponen artificiosamente para ocultar la miseria y la estupidez general, pero asumiendo que es tarea de todos para que la historia funcione, finalmente presentó el Proyecto de la Construcción del Puente sobre el Canal de Chacao.
De ahí que el puente luzca como un monstruo agobiado sobre cuyo lomo van y vienen los comerciantes. Su inclinación sobre el canal es una reverencia melancólica ante el paso de tanto inmigrante que no viene de paso…
Esta nueva estampida viene a vengarse de la Historia y la Muerte: a recuperar el espacio de tanta batalla perdida; y esto se extiende por sobre el paisaje desolador que van dejando atrás.
Sin embargo el honorable diputado no previó los efectos secundarios del Puente de Chacao: las empresas pesqueras, la avalancha de supermercados, las monedas de plásticos, las iglesias abandonadas en su monumentalidad, y la silueta de gente arrogante y solitaria eligiendo a sus representantes para las elecciones presidenciales.
Sí, el honorable diputado era un verdadero legislador maldito, de cuyo chiste todos han ganado, menos los chilotes; su idea trascendental aseguró votos y enormes ganancias para las empresas transcontinentales en plena globalización.
Por eso cada vez convence más que la idea central del puente se convirtió en una razón de Estado.
El puente como una ruta de expansión representada por el Discurso Oficial que sumergió generaciones más generaciones en su construcción…Nada más claro que eso: Con el chiste primero y la acción después, hasta convertirlo en un paisaje propio que se instaló para devorar las corrientes oceánicas bajo su estructura.
Así el Puente de Chacao parece una construcción fantástica sobre los espectros que vienen a fotografiarlos; sin embargo, contemplado en la época estival, parece una montaña rusa a la deriva del tiempo.
A su vez, los transbordadores son una fantasmagoría, la ilusión de un tiempo encantado, casi perverso y luego roto por el demonio de la velocidad que empuja al Carro del Progreso desde un lugar imposible y falso.
Así las cosas, el honorable diputado, allá en el fondo de la Historia, es un tipo solitario subido en la montaña rusa que recorría el país, y que quiso prolongar su diversión más allá de la Panamericana Sur.
Sin embargo, la broma repetida en el tiempo prendió fuego; se convirtió en puente y arrasó con toda la demagogia… y hoy se cumple medio siglo de construcción.
Y fue broma de un chilote.
La leyenda se ha extendido en el tiempo, es decir, el pasado se acerca inexorablemente y la doble avenida de la enorme construcción se confunde con nuestro entusiasmo hasta la amnesia.
Así se ha olvidado perfectamente que la Isla es un tablero de ajedrez para los políticos; cuyas piezas jugadas, la prensa celebra siempre y cuando el movimiento corresponda al dueño del papel y la tinta con que se imprimen relatos tan burdos como El desarrollo Sustentable.
Por eso, no debería asombrarnos que el nombre del honorable diputado carezca de referencias.
Concebido como un proyecto decadente, hoy se puede apreciar como un signo de modernidad y una fortaleza de acero que sólo es posible apreciar desde el exterior…
Y todo esto porque el diputado –cuando la broma se convirtió en puente y luego en verdad histórica- seguramente estaba agotado (en aquella época) de viajar en lanchas cuyo único motor era el viento que en el pasado había impedido la Conquista del Archipiélago; tal vez por eso, y apoyado por su insuperable sentido del humor, esperaba verlo construido con esa agilidad democrática de los congresistas cuando ven en peligro sus intereses de clase.
El honorable diputado harto de presenciar las tormentas de la historia local, siempre lejana y endiosada por mitos y leyendas que se sobreponen artificiosamente para ocultar la miseria y la estupidez general, pero asumiendo que es tarea de todos para que la historia funcione, finalmente presentó el Proyecto de la Construcción del Puente sobre el Canal de Chacao.
De ahí que el puente luzca como un monstruo agobiado sobre cuyo lomo van y vienen los comerciantes. Su inclinación sobre el canal es una reverencia melancólica ante el paso de tanto inmigrante que no viene de paso…
Esta nueva estampida viene a vengarse de la Historia y la Muerte: a recuperar el espacio de tanta batalla perdida; y esto se extiende por sobre el paisaje desolador que van dejando atrás.
Sin embargo el honorable diputado no previó los efectos secundarios del Puente de Chacao: las empresas pesqueras, la avalancha de supermercados, las monedas de plásticos, las iglesias abandonadas en su monumentalidad, y la silueta de gente arrogante y solitaria eligiendo a sus representantes para las elecciones presidenciales.
Sí, el honorable diputado era un verdadero legislador maldito, de cuyo chiste todos han ganado, menos los chilotes; su idea trascendental aseguró votos y enormes ganancias para las empresas transcontinentales en plena globalización.
Por eso cada vez convence más que la idea central del puente se convirtió en una razón de Estado.
El puente como una ruta de expansión representada por el Discurso Oficial que sumergió generaciones más generaciones en su construcción…Nada más claro que eso: Con el chiste primero y la acción después, hasta convertirlo en un paisaje propio que se instaló para devorar las corrientes oceánicas bajo su estructura.
Así el Puente de Chacao parece una construcción fantástica sobre los espectros que vienen a fotografiarlos; sin embargo, contemplado en la época estival, parece una montaña rusa a la deriva del tiempo.
A su vez, los transbordadores son una fantasmagoría, la ilusión de un tiempo encantado, casi perverso y luego roto por el demonio de la velocidad que empuja al Carro del Progreso desde un lugar imposible y falso.
Así las cosas, el honorable diputado, allá en el fondo de la Historia, es un tipo solitario subido en la montaña rusa que recorría el país, y que quiso prolongar su diversión más allá de la Panamericana Sur.
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