Tuesday, June 21, 2011

PEPITO JUEGA DOBLE SE RÍE DE LOS JUECES, LAS LEYES Y LOS CLIENTES EN EL JUEGO DEL LIBRE MERCADO, Y LO HACE CON LA MISMA IMPUNIDAD DE LA MULTITIENDA LA

“DONDE ESTÁ LA POBREZA ESTÁ LA RIQUEZA”, debería ser el próximo slogan de los políticos y los empresarios que se han tomado por la fuerza de los decretos y las leyes del mercado a la sociedad chilena.
La filosofía del buen ladrón se ha convertido en el credo de la economía chilena y eso lo podemos comprobar por la rapiña perpetrada impunemente durante años por los dueños de la MULTIENDA LA POLAR.
No es raro que estas “anomalías del mercado” se sucedan y se hayan convertido en una práctica casi institucional desde la Dictadura. La impunidad de la época y su alianza con los recursos políticos que los resguardan y protegen todavía, en nada mellan sus operaciones que a pesar del aparente desplome, lo mantiene funcionando como si la redada policial fuera parte del temporal que azota a nuestras costas en estos días de invierno y que “pronto va a pasar”.
Lo sorprendente es que las autoridades fiscalizadoras tratan el tema como si se tratara de pescado; es decir, en pocos días huele mal y se olvidan del tema con la misma lentitud con que se trató al principio…y finalmente el negocio continúa como el tramposo juego callejero donde PEPITO PAGA DOBLE.
Pero esta vez se trata de que PEPITO ES EL CLIENTE, utilizado como un pelele desde la primera etapa de negociación.
La pregunta entonces es… ¿Acaso los fiscalizadores son parte de de la pandilla que impunemente se apropia del dinero de los “CLIENTES” que osan participar del JUEGO DE LA POLAR?
Me dicen que no habrá desplome del negocio porque es demasiado grande su impunidad, que van a seguir operando como las Isapres (Instituciones de Previsión de Salud) y las Administradoras de Fondos de Pensiones, que cada vez que las ganancias son negativas, éstas se democratizan como la lluvia; y que cuando hay ganancias positivas, los haberes se privatizan para beneficio de los gerentes y propietarios del negociado.
Ha llegado la hora de empezar a mirar con ironía nuestra boyante economía rupestre que según el Ministro de Economía, le da una patada en el trasero a las grandes potencias europeas.
Nos hemos convertido finalmente en un país arrogante, donde todos los días suben los precios de los productos de primera necesidad y que son parte del derecho a vivir; y esto, ¿sólo porque a unos cuántos delincuentes de cuello y corbata les hace falta más dinero para dedicarse a la política?
La pregunta de fondo es ¿Cuánto interés hay en el Congreso Nacional porque las cosas sigan como los dejó la Dictadura? Nuestra democracia es brindada, me dicen, no les entran balas; y que, además, tiene una armadura que le impide jugar el libre ejercicio de la libertad.

Héctor Véliz Pérez-Millán
Escritor

Sunday, June 12, 2011

NEGOCIO REDONDO

Definitivamente Juan y Carlos habían nacido para ser hermanos; tal vez por eso, sus padres, en algún momento, desde diferentes rincones del país, habían decidido vivir en Chiloé, justamente uno al lado del otro, como si el destino fuese una suerte de lotería y ellos se la hubieran ganado.
Cuando las pandillas del barrio habían decidido establecer sus dominios, ambos amigos se apartaron de las luchas tribales y eligieron el camino de los rufianes a la edad en que muchos de nosotros aún se mojaban los calzoncillos en un ataque risas.
No participaron de la suerte juvenil; es decir: jugar a equivocarse, hacer el ridículo y madurar hasta que los padres así lo estimasen.
En el ambiente crapuloso donde se criaron, quisieron hacer las mismas fechorías que habían oído una y otra vez, como si fuera la única escuela de iniciación para sus días venideros.
Nuestras pandillas, a pesar de las constantes batallas que se libraban por ganar un espacio donde jugar una pichanga o nadar por el río, siempre establecían treguas para realizar campeonatos de barrios o silbar juntos a las chiquillas que paseaban. En estas fechas, ellos también eran invitados a participar por falta de jugadores o lo que haya sido, pero ambos amigos preferían alejarse y planear sus negocios.
Una tarde cuando ya no quedaba tiempo para la razón, Juan y Carlos decidieron planear un atraco a la bodega de vino que se había instalado en las dependencias de una iglesia evangélica, allí mismo donde el pastor hacía sus cultos.
Previamente habían oído de un proyecto de reciclaje de vidrios y cartones, motivo por el cual un vendedor callejero había instalado una receptora de materiales en el centro de la ciudad. El negocio era tan bueno que ya no salía a vocear: compro papeles y botellas.
Se deslizaron como si fueran babosas en la humedad de la noche y, así mismo, ingresaron por una rendija que les permitió el acceso a las garrafas de vino.
Trabajaron arduamente y acumularon su botín en la cascada…
Al día siguiente aparecieron con garrafas vacías por la receptora de reciclaje.
El comprador les preguntó, después de algunas ventas furtivas, dónde encontraban tantas garrafas vacías; y ellos, como si pretendieran establecer un negocio serio y constante, no pudieron aguantar más su insólita estrategia comercial y le contaron la procedencia.
– ¿Y qué hacen con el vino? – les preguntó el asombrado comerciante.
–Las vaciamos en el río para que nadie se de cuenta – contestaron con la cara llena de satisfacción.


Héctor Véliz Pérez-Millán
Escritor