PEPITO JUEGA DOBLE SE RÍE DE LOS JUECES, LAS LEYES Y LOS CLIENTES EN EL JUEGO DEL LIBRE MERCADO, Y LO HACE CON LA MISMA IMPUNIDAD DE LA MULTITIENDA LA
“DONDE ESTÁ LA POBREZA ESTÁ LA RIQUEZA”, debería ser el próximo slogan de los políticos y los empresarios que se han tomado por la fuerza de los decretos y las leyes del mercado a la sociedad chilena.
La filosofía del buen ladrón se ha convertido en el credo de la economía chilena y eso lo podemos comprobar por la rapiña perpetrada impunemente durante años por los dueños de la MULTIENDA LA POLAR.
No es raro que estas “anomalías del mercado” se sucedan y se hayan convertido en una práctica casi institucional desde la Dictadura. La impunidad de la época y su alianza con los recursos políticos que los resguardan y protegen todavía, en nada mellan sus operaciones que a pesar del aparente desplome, lo mantiene funcionando como si la redada policial fuera parte del temporal que azota a nuestras costas en estos días de invierno y que “pronto va a pasar”.
Lo sorprendente es que las autoridades fiscalizadoras tratan el tema como si se tratara de pescado; es decir, en pocos días huele mal y se olvidan del tema con la misma lentitud con que se trató al principio…y finalmente el negocio continúa como el tramposo juego callejero donde PEPITO PAGA DOBLE.
Pero esta vez se trata de que PEPITO ES EL CLIENTE, utilizado como un pelele desde la primera etapa de negociación.
La pregunta entonces es… ¿Acaso los fiscalizadores son parte de de la pandilla que impunemente se apropia del dinero de los “CLIENTES” que osan participar del JUEGO DE LA POLAR?
Me dicen que no habrá desplome del negocio porque es demasiado grande su impunidad, que van a seguir operando como las Isapres (Instituciones de Previsión de Salud) y las Administradoras de Fondos de Pensiones, que cada vez que las ganancias son negativas, éstas se democratizan como la lluvia; y que cuando hay ganancias positivas, los haberes se privatizan para beneficio de los gerentes y propietarios del negociado.
Ha llegado la hora de empezar a mirar con ironía nuestra boyante economía rupestre que según el Ministro de Economía, le da una patada en el trasero a las grandes potencias europeas.
Nos hemos convertido finalmente en un país arrogante, donde todos los días suben los precios de los productos de primera necesidad y que son parte del derecho a vivir; y esto, ¿sólo porque a unos cuántos delincuentes de cuello y corbata les hace falta más dinero para dedicarse a la política?
La pregunta de fondo es ¿Cuánto interés hay en el Congreso Nacional porque las cosas sigan como los dejó la Dictadura? Nuestra democracia es brindada, me dicen, no les entran balas; y que, además, tiene una armadura que le impide jugar el libre ejercicio de la libertad.
Héctor Véliz Pérez-Millán
Escritor