LA POSADA DE KRAWZE
Krawze tenía su agencia de viajes, donde ofrecía posada en el monte a los turistas, aunque tenía cierta preferencia por los viajeros solitarios.
Allí le hacía pasar a un fogón y le ofrecía tumbarse al lado del fuego según era la tradición ancestral donde, mientras el viajero dormía, lo amordazaba y ataba a las cuatro esquinas del fogón.
Si la víctima era más larga que el cuadrilátero, procedía a cortar los pies, las manos o la cabeza.
Con los restos preparaba grandes comilonas para cuando sus alojados eran numerosos…En estos casos, Krawze se mostraba generoso y amable; bromeando “que si no se comían toda la comida, su mujer, que era una bruja, los convertiría en carne para las próximas visitas”.
Pero si el viajero, era pequeño, lo descuartizaba para hacerlo chicharrones.
Sin embargo, nadie coincidía jamás con el tamaño del fogón y Krawze continuó con su agenda de horror hasta que se encontró con Piquiricho, quien le arruinó el negocio, retándolo a dormir junto al fogón.
Cuando el posadero se durmió, Piquiricho lo amordazó y lo echo al fuego, para asarlo como él hacía con sus alojados. Desde entonces vino la ruina de los Krawze quienes se habían enriquecido con su agencia del terror.
Allí le hacía pasar a un fogón y le ofrecía tumbarse al lado del fuego según era la tradición ancestral donde, mientras el viajero dormía, lo amordazaba y ataba a las cuatro esquinas del fogón.
Si la víctima era más larga que el cuadrilátero, procedía a cortar los pies, las manos o la cabeza.
Con los restos preparaba grandes comilonas para cuando sus alojados eran numerosos…En estos casos, Krawze se mostraba generoso y amable; bromeando “que si no se comían toda la comida, su mujer, que era una bruja, los convertiría en carne para las próximas visitas”.
Pero si el viajero, era pequeño, lo descuartizaba para hacerlo chicharrones.
Sin embargo, nadie coincidía jamás con el tamaño del fogón y Krawze continuó con su agenda de horror hasta que se encontró con Piquiricho, quien le arruinó el negocio, retándolo a dormir junto al fogón.
Cuando el posadero se durmió, Piquiricho lo amordazó y lo echo al fuego, para asarlo como él hacía con sus alojados. Desde entonces vino la ruina de los Krawze quienes se habían enriquecido con su agencia del terror.
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