Saturday, July 09, 2016

LA POSADA DE KRAWZE


Krawze tenía su agencia de viajes, donde ofrecía posada en el monte a los turistas, aunque tenía cierta preferencia por los viajeros solitarios.
Allí le hacía pasar a un fogón y le ofrecía tumbarse al lado del fuego según era la tradición ancestral donde, mientras el viajero dormía, lo amordazaba y ataba a las cuatro esquinas del fogón.
Si la víctima era más larga que el cuadrilátero, procedía a cortar los pies, las manos o la cabeza. 
Con los restos preparaba grandes comilonas para cuando sus alojados eran numerosos…En estos casos, Krawze se mostraba generoso y amable; bromeando “que si no se comían toda la comida, su mujer, que era una bruja, los convertiría en carne para las próximas visitas”.
Pero si el viajero, era pequeño, lo descuartizaba para hacerlo chicharrones.
Sin embargo, nadie coincidía jamás con el tamaño del fogón y Krawze continuó con su agenda de horror hasta que se encontró con Piquiricho, quien le arruinó el negocio, retándolo a dormir junto al fogón.
Cuando el posadero se durmió, Piquiricho lo amordazó y lo echo al fuego, para asarlo como él hacía con sus alojados. Desde entonces vino la ruina de los Krawze quienes se habían enriquecido con su agencia del terror.

HECTORVELIZPM

Departamento de Derechos Intelectuales
Santiago de Chile
ISBN: 978-956-345-408-6
© Copyright: Editorial Mentanegra
Todos los derechos reservados

Saturday, August 06, 2011

LAS PROTESTAS NO SON UNA NOSTALGIA DEL PASADO

Hace mucho tiempo que los estudiantes de esta generación de nuevos chilenos ha venido dando la batalla por la integración social, más allá de la pretendida “renovación nacional” de los herederos de las haciendas patronales que hoy detentan el poder; y, por cierto, como una réplica de principios del siglo XIX cuando los inquilinos creían que sus constituciones políticas estaban envueltas en un aura de poder divino. Hoy nadie les cree.
La subordinación de los respetuosos estudiantes durante el régimen autoritario, que se negaban a participar en partidos políticos, hoy ha salido desde la marginalidad para convertirse en el primer actor social en la política chilena.
Piden cambios concretos a la Constitución Política del Estado de Chile heredada de la dictadura, y exigen nada menos que una nueva forma de gobernar… Con este discurso, han dejado de ser las tribus urbanas de principios del XXI, para convertirse en una fuerza transversal que aglutina a todos los sectores involucrados en la educación y otros gremios que han empezado a sentir como suyas las demandas de los educandos.
En otras palabras, exigen a la clase política, la reintegración de los recursos fiscales que en el pasado fueron usurpadas a la sociedad chilena por la derecha golpista; al menos para la educación y demás servicios públicos estratégicos que estaban garantizados por el Estado.
El conflicto estudiantil parece una historia corta en las demandas sociales, pero no es así. La juventud de los años 80 pudo comprobar que el nexo entre civilidad y política no se cumple.
La pretendida “transición a la democracia” finalmente se convirtió en un diálogo de sordos; y los estallidos de protestas con cacerolazos contra el actual gobierno son similares a las protestas que se iniciaron el año 1981.
Las protestas no son una nostalgia del pasado – parecen decirnos los estudiantes–; es la recuperación de la memoria histórica para que los eventos no se vuelvan a repetir.
Héctor Véliz Pérez-Millán 05 agosto de 2011
Escritor

Thursday, August 04, 2011

LA DEFENSA DEL TERRITORIO MAPUCHE

Los guerreros primigenios eran hechos
de las rocas que caían del cielo…
El musgo que los cubría al tocar tierra
era su amor para la patria.
hvpm

La defensa del territorio era un asunto de vital importancia para los mapuches. Por tanto juzgarla como un oficio de pillaje y mal agüero en la existencia de los pueblos originarios, es un desconocimiento grave que llevó a la ruina a quienes intentaron conquistarlos por las armas. El arte de la guerra en la cultura mapuche era una actividad que comprometía la formación moral, física y territorial de los hombres y para ello debían necesariamente contar con un comandante que guiara con eficacia a sus guerreros.
De esta manera, la existencia de la Nación Mapuche, el espacio de ocupación territorial y su defensa permanente incumbía exclusivamente al Toqui en el campo de batalla, cuyas órdenes y leyes estratégicas debían ser vigiladas por los Ancianos Consejeros, cuya influencia moral comprometía a las tribus del territorio de manera armónica al punto de guiar a sus guerreros en la vida y en la muerte. Este tipo de combatientes siempre dispuestos, sin lugar a dudas se debía a su condición de pueblo nómada, igualitario y recíproco, cuya forma de justicia y rectitud se depositaba en la confianza hacia el buen juicio de los Ancianos Consejeros y los Machis; todo esto unido a la felicidad de luchar junto a los grupos que se reconocían descendientes de un a sola etnia.
En el orden físico de reclutamiento, las tropas para la guerra, era privilegio de los jóvenes, porque en la osadía de la juventud, el pueblo confiaba los peligros de la muerte. Por físico también debe entenderse a la capacidad de luchar en condiciones climáticas y geográficas extremas. Por territorial comprendía si el espacio era transitable, abierto; es decir, con vías de comunicación; o si era cerrado como las quebradas, los pantanos y las montañas, y sobre todo, las perspectivas de vida o muerte en el terreno. Cuando el Toqui empleaba la fuerza de combate, debía reconocer el terreno de antemano para poder planificar su estrategia. Sólo así, podían usar diferentes tácticas de ataque y calcular la fuerza empleada en ese combate. Las condiciones de mando, era lo que concernía al carácter del Toqui, es decir, su audacia, sinceridad, coraje y humanidad, que unido al adoctrinamiento de los guerreros, quienes debían respeto y obediencia a sus instrucciones, daban la fortaleza moral a los guerreros para luchar en las condiciones siempre cambiantes de las imposturas de la guerra. Por adoctrinamiento, se entendía la conciencia de luchar por la integridad del ejército, a través de la administración de los recursos humanos y materiales en el desarrollo de la campaña. Por estas condiciones señaladas, al Consejo de Ancianos le competía juzgar con el máximo cuidado la elección del Toqui, quién debía ser capaz de sacar ventajas del ejército, el terreno y la naturaleza cambiante del clima, para su mejor desempeño.
El arte de la guerra se basó en todo momento en la impostura, porque en cada oportunidad dieron la impresión de cobardía e incapacidad de enfrentar una lucha abierta, lo que exigía a los enemigos una contienda cerrada, es decir, un espacio de muerte para el invasor. Ofrecían cebo al enemigo, enviándolos más al sur en busca del oro de la Ciudad de los Césares, y cuando lo agotaban en el laberinto vegetal, lo golpeaban.
Las informaciones interminables de posibles ataques, mantenían tensos a los soldados, al extremo de provocar un desgaste innecesario de energía esperando un ataque masivo que nunca llegaba, debilitando de este modo el interés por la lucha definitiva, propiciando su interés en la construcción de fuertes que finalmente se convertían en centros de sucesivos ataques mapuches. Nunca quisieron enfrentar una batalla decisiva porque la pérdida de guerreros en un solo enfrentamiento, sería una prueba de fuerza que no daría tiempo a lamentaciones. Esta estrategia era la forma de mantener al cuerpo del enemigo dividido, defendiendo fortalezas en territorios aislados, sin vías de comunicación.
Cuando los soldados concentraban sus fuerzas en un punto, los guerreros lo evitaban, dispersando sus fuerzas, es decir, debilitando el golpe y de esta manera, provocaban al capitán, confundiéndolo. De esta manera, se conmovía su autoridad y al avanzar irritado sobre los grupos guerreros, sin ningún plan, quedaba a expensas de la guerrilla. Los mapuches aparentaban inferioridad al extremo de aumentar la arrogancia de los soldados, quienes confiados en su pretendida superioridad, se dejaban enamorar fácilmente por mujeres y servidores, debilitándose su atención.
Los soldados invasores, al despreciarlos como simples grupos nómadas sin estructura política y social; y al sufrir las primeras derrotas, no sabían que estaban luchando con un ejército agro-militar, donde la doctrina consistía en la defensa del territorio como un todo. Generalmente las operaciones bélicas requerían miles de soldados todos cubiertos de cueros o latones, armados de todo tipo de artilugios y caballos tirados desde lejanías imposibles de soportar, además se le agregaban asistentes y servidores que se ocupaban de la manutención de las tropas, es decir, buscar alimentos para los hombres y los animales. Sin duda que estar preparado de antemano era requisito indispensable entre los Toquis, y esto lo conseguían preparándose para la batalla. Y los invasores acostumbrados en el asalto a ciudades, pero no estaban preparados tomar un “Estado Primitivo”, cuyo pueblo nómada y combatiente no les dio lugar a tomar posesión sino a su propio desastre.
Pues, en esta parte del mundo, los invasores no pudieron aplicar sus tácticas de combate porque al no contar con los recursos de abastecimiento, el hambre y las enfermedades hicieron el trabajo de acabar con sus fuerzas, y una vez diezmados por la derrota, escapaban desesperados a las rucas, entregando sus mujeres, consideradas los mayores trofeos de guerra para los aborígenes. La humillación por el triunfo mapuche sobre sus mujeres embarazadas les hacía comprender, que las riquezas y el poder con que soñaron, no era sino un mito como la Fuente de la Eterna Juventud que les hizo morir congelados entre los parajes de la Cordillera.
En consecuencia, como las tribus eran ambulantes, fácilmente podían sitiar un fuerte, donde la agricultura y la ganadería para el sustento de la población era una práctica imposible. Este era el arte de la guerra ofensiva, practicada con la paciencia de quienes se concebían a sí mismos como los hombres de la tierra. Estas circunstancias sin duda terminaron por arruinar el tesoro del Estado invasor. Y así queda demostrado que quienes apostaron a la avaricia de soldados sanguinarios con prácticas de guerra sucia, eran ignorantes de las prácticas de defensa del territorio mapuche. Con el envío de vasallos crueles, que exigían normas de etiqueta en el campo de batalla sólo consiguieron confundir al ejército, hacerse odiar por sus lugartenientes y finalmente, entregar la victoria al enemigo.

Extracto del libro: “Nación Mapuche, Territorio y Cultura”
Capitulo: Defensa
®Derecho de Propiedad Intelectual
Nro110.211
Ediciones Mentanegra.
Autor: Héctor Véliz Pérez-Millán

LA DEFENSA DEL TERRITORIO MAPUCHE

Los guerreros primigenios eran hechos
de las rocas que caían del cielo…
El musgo que los cubría al tocar tierra
era su amor para la patria.
hvpm

La defensa del territorio era un asunto de vital importancia para los mapuches. Por tanto juzgarla como un oficio de pillaje y mal agüero en la existencia de los pueblos originarios, es un desconocimiento grave que llevó a la ruina a quienes intentaron conquistarlos por las armas. El arte de la guerra en la cultura mapuche era una actividad que comprometía la formación moral, física y territorial de los hombres y para ello debían necesariamente contar con un comandante que guiara con eficacia a sus guerreros.
De esta manera, la existencia de la Nación Mapuche, el espacio de ocupación territorial y su defensa permanente incumbía exclusivamente al Toqui en el campo de batalla, cuyas órdenes y leyes estratégicas debían ser vigiladas por los Ancianos Consejeros, cuya influencia moral comprometía a las tribus del territorio de manera armónica al punto de guiar a sus guerreros en la vida y en la muerte. Este tipo de combatientes siempre dispuestos, sin lugar a dudas se debía a su condición de pueblo nómada, igualitario y recíproco, cuya forma de justicia y rectitud se depositaba en la confianza hacia el buen juicio de los Ancianos Consejeros y los Machis; todo esto unido a la felicidad de luchar junto a los grupos que se reconocían descendientes de un a sola etnia.
En el orden físico de reclutamiento, las tropas para la guerra, era privilegio de los jóvenes, porque en la osadía de la juventud, el pueblo confiaba los peligros de la muerte. Por físico también debe entenderse a la capacidad de luchar en condiciones climáticas y geográficas extremas. Por territorial comprendía si el espacio era transitable, abierto; es decir, con vías de comunicación; o si era cerrado como las quebradas, los pantanos y las montañas, y sobre todo, las perspectivas de vida o muerte en el terreno. Cuando el Toqui empleaba la fuerza de combate, debía reconocer el terreno de antemano para poder planificar su estrategia. Sólo así, podían usar diferentes tácticas de ataque y calcular la fuerza empleada en ese combate. Las condiciones de mando, era lo que concernía al carácter del Toqui, es decir, su audacia, sinceridad, coraje y humanidad, que unido al adoctrinamiento de los guerreros, quienes debían respeto y obediencia a sus instrucciones, daban la fortaleza moral a los guerreros para luchar en las condiciones siempre cambiantes de las imposturas de la guerra. Por adoctrinamiento, se entendía la conciencia de luchar por la integridad del ejército, a través de la administración de los recursos humanos y materiales en el desarrollo de la campaña. Por estas condiciones señaladas, al Consejo de Ancianos le competía juzgar con el máximo cuidado la elección del Toqui, quién debía ser capaz de sacar ventajas del ejército, el terreno y la naturaleza cambiante del clima, para su mejor desempeño.
El arte de la guerra se basó en todo momento en la impostura, porque en cada oportunidad dieron la impresión de cobardía e incapacidad de enfrentar una lucha abierta, lo que exigía a los enemigos una contienda cerrada, es decir, un espacio de muerte para el invasor. Ofrecían cebo al enemigo, enviándolos más al sur en busca del oro de la Ciudad de los Césares, y cuando lo agotaban en el laberinto vegetal, lo golpeaban.
Las informaciones interminables de posibles ataques, mantenían tensos a los soldados, al extremo de provocar un desgaste innecesario de energía esperando un ataque masivo que nunca llegaba, debilitando de este modo el interés por la lucha definitiva, propiciando su interés en la construcción de fuertes que finalmente se convertían en centros de sucesivos ataques mapuches. Nunca quisieron enfrentar una batalla decisiva porque la pérdida de guerreros en un solo enfrentamiento, sería una prueba de fuerza que no daría tiempo a lamentaciones. Esta estrategia era la forma de mantener al cuerpo del enemigo dividido, defendiendo fortalezas en territorios aislados, sin vías de comunicación.
Cuando los soldados concentraban sus fuerzas en un punto, los guerreros lo evitaban, dispersando sus fuerzas, es decir, debilitando el golpe y de esta manera, provocaban al capitán, confundiéndolo. De esta manera, se conmovía su autoridad y al avanzar irritado sobre los grupos guerreros, sin ningún plan, quedaba a expensas de la guerrilla. Los mapuches aparentaban inferioridad al extremo de aumentar la arrogancia de los soldados, quienes confiados en su pretendida superioridad, se dejaban enamorar fácilmente por mujeres y servidores, debilitándose su atención.
Los soldados invasores, al despreciarlos como simples grupos nómadas sin estructura política y social; y al sufrir las primeras derrotas, no sabían que estaban luchando con un ejército agro-militar, donde la doctrina consistía en la defensa del territorio como un todo. Generalmente las operaciones bélicas requerían miles de soldados todos cubiertos de cueros o latones, armados de todo tipo de artilugios y caballos tirados desde lejanías imposibles de soportar, además se le agregaban asistentes y servidores que se ocupaban de la manutención de las tropas, es decir, buscar alimentos para los hombres y los animales. Sin duda que estar preparado de antemano era requisito indispensable entre los Toquis, y esto lo conseguían preparándose para la batalla. Y los invasores acostumbrados en el asalto a ciudades, pero no estaban preparados tomar un “Estado Primitivo”, cuyo pueblo nómada y combatiente no les dio lugar a tomar posesión sino a su propio desastre.
Pues, en esta parte del mundo, los invasores no pudieron aplicar sus tácticas de combate porque al no contar con los recursos de abastecimiento, el hambre y las enfermedades hicieron el trabajo de acabar con sus fuerzas, y una vez diezmados por la derrota, escapaban desesperados a las rucas, entregando sus mujeres, consideradas los mayores trofeos de guerra para los aborígenes. La humillación por el triunfo mapuche sobre sus mujeres embarazadas les hacía comprender, que las riquezas y el poder con que soñaron, no era sino un mito como la Fuente de la Eterna Juventud que les hizo morir congelados entre los parajes de la Cordillera.
En consecuencia, como las tribus eran ambulantes, fácilmente podían sitiar un fuerte, donde la agricultura y la ganadería para el sustento de la población era una práctica imposible. Este era el arte de la guerra ofensiva, practicada con la paciencia de quienes se concebían a sí mismos como los hombres de la tierra. Estas circunstancias sin duda terminaron por arruinar el tesoro del Estado invasor. Y así queda demostrado que quienes apostaron a la avaricia de soldados sanguinarios con prácticas de guerra sucia, eran ignorantes de las prácticas de defensa del territorio mapuche. Con el envío de vasallos crueles, que exigían normas de etiqueta en el campo de batalla sólo consiguieron confundir al ejército, hacerse odiar por sus lugartenientes y finalmente, entregar la victoria al enemigo.

Extracto del libro: “Nación Mapuche, Territorio y Cultura”
Capitulo: Defensa
®Derecho de Propiedad Intelectual
Nro110.211
Ediciones Mentanegra.
Autor: Héctor Véliz Pérez-Millán

Friday, July 29, 2011

ARISTÓTELES ESPAÑA, UN POETA COMBATIENTE

Me dicen que llega un momento en que la vida se convierte en una zona de invierno donde prevalece la lluvia; y que la campana cada vez se reduce más, hasta que finalmente las goteras se convierten en nuestros hermanos, parientes, amigos, amores… Nada tiene que ver esto con el presente invierno, pero no deja de ser una metáfora real; pues, nuestro amado poeta Aristóteles España, hijo de la Isla de Chiloé, es tal vez una de las primeras goteras que cae en estos días, una gotera que fertilizará el territorio de nuestra poesía con su legado que es patrimonio de nuestros haberes culturales.
Sabíamos de su poesía cuando volvió a Chiloé a fines de la década del 70 y también de sus días de estudiante allá en Punta Arenas, cuando en pleno golpe de Estado, siendo apenas un adolescente fue conducido al Campo de Concentración en Isla Dawson, tal vez por ostentar la incipiente fama de poeta. Ese siniestro episodio de nuestro sistema republicano, implementado por la dictadura terminó seguramente con sus sueños.
Pero a nosotros nos gusta recordarlo, cuando juntos organizábamos recitales de poesías en la sitiada ciudad de Castro, participando en talleres de literatura, teatro y canto con los nuevos poetas y artistas que hacían presencia en Chiloé, como la primera muestra de resistencia cultural juvenil en plena represión militar. Todo esto a pesar del Plan de Empleo Mínimo (que aún persiste), a pesar del feroz saqueo al Sistema de Previsión Social en Chile, que cayó en manos de las Administradoras de Fondos de Pensiones, del escamoteo a la Salud Pública, la Educación y todo lo que el noeliberalismo republicano ha sido capaz de llevarse para su casa.
En Castro lo conocimos, sabíamos de su agradable conversación y su fe en la palabra; pues, sabía que una palabra opera como una gota de lluvia, que cuando se juntan todas, arrasan como una torrente de fuerzas sociales, las mismas que vemos hoy, reflejadas en la actitud esta nueva generación y de la cual los jóvenes poetas del Aumen, alguna vez fueron sus dignos antecesores para decir NO a la barbarie, aquí al sur del Mundo.
Evoco las circunstancias sociales que nos tocó vivir, porque Aristóteles España era un poeta de las causas que movilizan a los pueblos, sabía que la comunicación finalmente se convierte en comunidad mucho antes de que se inventara el internet; y era precisamente ese sueño, el que compartíamos en esos días lo que nos trae a la memoria el recuerdo de nuestro amado poeta chilote. No lo vamos a despedir con llanto ni falsos lamentos, él no se merece esa parodia; al contrario, lo vamos a saludar una vez más, leyendo sus poemas, recordando anécdotas – que son muchas – porque vamos contar con fruición que entre nosotros anduvo un poeta combatiente y que seguirá siendo uno de los nuestros.
Hector Véliz Pérez-Millán
Escritor

Tuesday, June 21, 2011

PEPITO JUEGA DOBLE SE RÍE DE LOS JUECES, LAS LEYES Y LOS CLIENTES EN EL JUEGO DEL LIBRE MERCADO, Y LO HACE CON LA MISMA IMPUNIDAD DE LA MULTITIENDA LA

“DONDE ESTÁ LA POBREZA ESTÁ LA RIQUEZA”, debería ser el próximo slogan de los políticos y los empresarios que se han tomado por la fuerza de los decretos y las leyes del mercado a la sociedad chilena.
La filosofía del buen ladrón se ha convertido en el credo de la economía chilena y eso lo podemos comprobar por la rapiña perpetrada impunemente durante años por los dueños de la MULTIENDA LA POLAR.
No es raro que estas “anomalías del mercado” se sucedan y se hayan convertido en una práctica casi institucional desde la Dictadura. La impunidad de la época y su alianza con los recursos políticos que los resguardan y protegen todavía, en nada mellan sus operaciones que a pesar del aparente desplome, lo mantiene funcionando como si la redada policial fuera parte del temporal que azota a nuestras costas en estos días de invierno y que “pronto va a pasar”.
Lo sorprendente es que las autoridades fiscalizadoras tratan el tema como si se tratara de pescado; es decir, en pocos días huele mal y se olvidan del tema con la misma lentitud con que se trató al principio…y finalmente el negocio continúa como el tramposo juego callejero donde PEPITO PAGA DOBLE.
Pero esta vez se trata de que PEPITO ES EL CLIENTE, utilizado como un pelele desde la primera etapa de negociación.
La pregunta entonces es… ¿Acaso los fiscalizadores son parte de de la pandilla que impunemente se apropia del dinero de los “CLIENTES” que osan participar del JUEGO DE LA POLAR?
Me dicen que no habrá desplome del negocio porque es demasiado grande su impunidad, que van a seguir operando como las Isapres (Instituciones de Previsión de Salud) y las Administradoras de Fondos de Pensiones, que cada vez que las ganancias son negativas, éstas se democratizan como la lluvia; y que cuando hay ganancias positivas, los haberes se privatizan para beneficio de los gerentes y propietarios del negociado.
Ha llegado la hora de empezar a mirar con ironía nuestra boyante economía rupestre que según el Ministro de Economía, le da una patada en el trasero a las grandes potencias europeas.
Nos hemos convertido finalmente en un país arrogante, donde todos los días suben los precios de los productos de primera necesidad y que son parte del derecho a vivir; y esto, ¿sólo porque a unos cuántos delincuentes de cuello y corbata les hace falta más dinero para dedicarse a la política?
La pregunta de fondo es ¿Cuánto interés hay en el Congreso Nacional porque las cosas sigan como los dejó la Dictadura? Nuestra democracia es brindada, me dicen, no les entran balas; y que, además, tiene una armadura que le impide jugar el libre ejercicio de la libertad.

Héctor Véliz Pérez-Millán
Escritor

Sunday, June 12, 2011

NEGOCIO REDONDO

Definitivamente Juan y Carlos habían nacido para ser hermanos; tal vez por eso, sus padres, en algún momento, desde diferentes rincones del país, habían decidido vivir en Chiloé, justamente uno al lado del otro, como si el destino fuese una suerte de lotería y ellos se la hubieran ganado.
Cuando las pandillas del barrio habían decidido establecer sus dominios, ambos amigos se apartaron de las luchas tribales y eligieron el camino de los rufianes a la edad en que muchos de nosotros aún se mojaban los calzoncillos en un ataque risas.
No participaron de la suerte juvenil; es decir: jugar a equivocarse, hacer el ridículo y madurar hasta que los padres así lo estimasen.
En el ambiente crapuloso donde se criaron, quisieron hacer las mismas fechorías que habían oído una y otra vez, como si fuera la única escuela de iniciación para sus días venideros.
Nuestras pandillas, a pesar de las constantes batallas que se libraban por ganar un espacio donde jugar una pichanga o nadar por el río, siempre establecían treguas para realizar campeonatos de barrios o silbar juntos a las chiquillas que paseaban. En estas fechas, ellos también eran invitados a participar por falta de jugadores o lo que haya sido, pero ambos amigos preferían alejarse y planear sus negocios.
Una tarde cuando ya no quedaba tiempo para la razón, Juan y Carlos decidieron planear un atraco a la bodega de vino que se había instalado en las dependencias de una iglesia evangélica, allí mismo donde el pastor hacía sus cultos.
Previamente habían oído de un proyecto de reciclaje de vidrios y cartones, motivo por el cual un vendedor callejero había instalado una receptora de materiales en el centro de la ciudad. El negocio era tan bueno que ya no salía a vocear: compro papeles y botellas.
Se deslizaron como si fueran babosas en la humedad de la noche y, así mismo, ingresaron por una rendija que les permitió el acceso a las garrafas de vino.
Trabajaron arduamente y acumularon su botín en la cascada…
Al día siguiente aparecieron con garrafas vacías por la receptora de reciclaje.
El comprador les preguntó, después de algunas ventas furtivas, dónde encontraban tantas garrafas vacías; y ellos, como si pretendieran establecer un negocio serio y constante, no pudieron aguantar más su insólita estrategia comercial y le contaron la procedencia.
– ¿Y qué hacen con el vino? – les preguntó el asombrado comerciante.
–Las vaciamos en el río para que nadie se de cuenta – contestaron con la cara llena de satisfacción.


Héctor Véliz Pérez-Millán
Escritor

Tuesday, December 07, 2010

Presentación del libro : La Gran Construcción del Puente de Chacao

Me ha pedido usted un comentario respecto al texto La Gran Construcción del Puente de Chacao del señor Héctor Véliz Pérez-Millán, literato chilote. Dicha obra la he percibido de la siguiente manera:
1ero.: Este autor, en términos esenciales, posee sentido innato de la ironía, desde luego, sin llegar al sarcasmo. Lo suyo opera a nivel de ideas. Tiene tacto; en otras palabras, dosifica extraordinariamente bien su veta irónica, de tal forma que está lejos de saturar.
Es destacable la enorme facilidad que tiene para abordar temas complejos sin mayor esfuerzo aparente. Su tono es conversacional e intimista, otorgándole un toque de humanidad a su relato, cualidad un tanto escasa en estos días.
2do.: En lo personal, conozco de cerca destacados literatos de Chiloé y me doy cuenta perfectamente de que el señor Héctor Véliz le hace honor a la tradición y calidad de los artistas de la palabra insulares como Sonia Caicheo, Oscar Galindo, Rosabety Muñoz o Sergio Mansilla, escritores connotados que mantienen el fuego sagrado de la “poiesis” (Entendida en su sentido griego original, vale decir, “creación”).
3ro.: He disfrutado la prosa de este literato sureño. Atrapa su estilo sereno e incisivo a la vez. Por otra parte aborda una temática contingente, desde su punto de vista desencantadora, negativa, con real altura de miras, sin el acostumbrado dejo de resentimiento. Tampoco cae en la tentación de ser “políticamente correcto”. Dice lo suyo sin tapujos. Léase el siguiente fragmento: “Según los doctores de ciencias políticas, las grandes construcciones requieren grandes sacrificios sociales y en nombre de esta fábula, todos los crímenes se justifican porque la epopeya en su marcha forzada engrandece el espíritu humano”. Defiende sus raíces huilliches sin caer en el panfleto, la fórmula fácil o efectismos trasnochados. La construcción de una obra de ingeniería de semejante envergadura, en el caso de la Isla de Chiloé, significa un corte con sus lazos filiales, primordiales para miles de seres humanos. Lo atávico suele ser arrasado; sin embargo, el peso de la historia termina por hacer resurgir gritos donde sólo habitan espectros, en el mejor de los casos. Es didáctico, además, el señor Héctor Véliz Pérez-Millán.
4to.: Como decía un prócer de las letras “Conoce bien tu aldea y serás universal”: a mi juicio, dicho enunciado sintetiza un aspecto determinante en Héctor Véliz Pérez-Millán. Su Obra podrá contener tópicos locales, perdidos en una de las zonas más australes del mundo, pero los tipos literarios que desfilan en algunos episodios, como por ejemplo en “Algo va a pasar” son definitivamente una muestra clarísima de lo anteriormente afirmado, a prueba de fronteras y prejuicios.
Aunque por derroteros distintos, asocio la temática y la actitud artística de este creador con figuras tan dispares entre sí como el español decimonónico Mariano José de Larra, al maestro ginebrino, pero de cultura francesa Voltaire; los chilenos Manuel Rojas y Joaquín Edward Bello o el colombiano Gabriel García Márquez. De este último, veo una feliz coincidencia en la manera de jugar con el lenguaje. Pese al formato (narrativa), el autor tiene una enorme facilidad para la prosa poética. Le aflora inevitablemente. Felizmente.




Giovanni Novoa
Profesor de Lenguaje y Comunicación
Alianza Francesa de Osorno
Encargado Nacional de Lenguaje y Comunicación
Sociedad Educacional la Araucana.